miércoles, 21 de enero de 2015

A esto hemos llegado*

El periodismo consiste esencialmente en decir "lord Jones ha muerto" a gente que no sabía que lord Jones estaba vivo.
Gilbert Keith Chesterton

Algo que puede ir mal, irá mal en el peor momento posible.
Ley de Finagle sobre la Negatividad Dinámica

La muerte de Nisman – Offtopic

Un desolador estruendo, casi un cañonazo desde las montañas de la locura, acabó con una hermosa travesía por el vasto océano onírico; se detuvo así el poder de la metástasis que se propaga por las distintas construcciones del inconciente. Aquel espantoso trueno estival sustituyó las interminables alarmas, y abrió las puertas a un mundo aterrador. Mientras los sueños líquidos trastocaban el presente y unían para siempre los cuerpos del futuro, llegaba hasta los dominios del hombre una de las noticias más impactantes de la historia moderna del país. Sería incorrecto afirmar que el interés y el pavor generalizado de la sociedad argentina -que considera importantes solo algunos hechos, con una extraña regla para medirlos; que pasa por alto las señales y atiende únicamente a los resultados, nunca jamás al desarrollo- se deba a la aparición sin vida del ya célebre fiscal Alberto Nisman en el baño de su departamento de Puerto Madero. Lo que ha propiciado el miedo y la preocupación de los ciudadanos es la indefensión de su propia conciencia errante: saben que ha ocurrido algo muy malo, pero no saben qué hacer. Y guardan la oscura sospecha que todo lo malo volverá a ocurrir.

Los acontecimientos de la última semana son de una gravedad institucional inmensurable. Y nadie estaba preparado. El Estado nacional no ha sabido o, muchísimo peor, no ha querido cuidar a uno de los funcionarios que investigaba la causa emblema de la impunidad en Argentina: el ataque terrorista a la AMIA en julio de 1994. El mismo fiscal imputó a la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, por el presunto encubrimiento de los principales sospechosos de perpetrar el atentado. Y el tipo ahora está muerto. Las consecuencias son tan temibles como la certeza del sello mafioso en la desaparición física de Nisman. Más allá de la existencia y/o veracidad de las pruebas que tenía en su poder el fiscal, más allá su burdo oportunismo, y del ataque de los funcionarios oficialistas hacia su persona, no se puede concebir que aparezca con un balazo en la cabeza a poco de lanzar una acusación como aquella. El temor de quienes estamos convencidos de la naturaleza criminal de este gobierno, desde el principio de la gestión, se acrecienta cuando nos toca marchar solos, cuando la sociedad nos hace quedar en ridículo por golpear cacerolas o levantar carteles, cuando somos descalificados por sujetos impresentables a quienes debería darles vergüenza estar vivos, cuando nos damos cuenta que el resto no abrirá los ojos jamás. Las ansias por conocer la verdad sobre la muerte de un fiscal que acechaba al poder político durará poco. Siempre sucede lo mismo. Por eso estamos abatidos.

Pero no es todo negativo, pues ha comenzado ese juego al que estamos tan habituados en este país: hombres y mujeres pretendiendo ser analistas políticos, detectives, psicólogos, forenses, expertos en balística y fiscales, opinando en todo plano existente, atendiendo a un hombre que hasta hace una semana era completamente desconocido. Como si las malditas ofrendas de niñas muertas, violadas, embolsadas, arrojadas a un contenedor o a un río, no hubiesen sido suficientes. Como si no hubiesen casos sin resolver. Como si la justicia fuese eminentemente justa.

Hay demasiadas consideraciones, que no tienen su origen en el aparente suicidio de Nisman, ni acaban en su triste decisión. Lo que urge es aclarar el hecho que tuvo lugar en la tarde del domingo 18 en el piso 13 de una de las torres Le Parc y detener la avalancha de especulaciones detrás de la muerte. Claro que la factura política más onerosa seguirá estando en manos de la emperatriz. El día lunes, el fiscal especial de la causa AMIA iba a comparecer ante la Comisión de Legislación Penal de la Cámara de Diputados. Detrás de su investigación se cocinaban la feroz interna de los servicios de inteligencia y una vergonzosa guerra entre los únicos dos poderes de hecho en la Argentina: el Ejecutivo y el Judicial. Todo esto sazonado con la crisis energética y con los intereses del régimen teocrático de Irán y sus estrafalarios fanáticos locales. Una receta para el desastre que ha dejado a la sociedad, una vez más, en el medio de una guerra de mafias, y a la espera de una respuesta de los gobernantes. Una respuesta que nunca llegará.

Siguiendo el juego que tanto gusta, se podrían plantear algunas teorías acerca de la muerte de Nisman. Las teorías puras serían cinco: 1) que el fiscal se mató porque no podía probar su acusación en el Congreso (una pelotudez insostenible); 2) que se mató porque estaba loco; 3) que lo mandaron a matar los iraníes para que se caiga de una vez y para siempre la pista que los involucraba; 4) que la amenaza de una nueva causa contra Cristina obligara al gobierno a actuar en consecuencia; y 5) que lo mató el sector saliente de la Secretaría de Inteligencia, buscando perjudicar a la Presidente y vengarse así por el abrupto descabezamiento. Están también las teorías combinadas: suicidio inducido, ya sea por los iraníes, por el gobierno, por los espías, o por todos juntos luego de memorizarse las tapas de Clarín de la última semana. Más allá de lo que determine la justicia sobre el caso, lo tristemente cierto es que nadie va a creer en la hipótesis del suicidio: es mucho más interesante pensar en una oscura trama que involucre a todos estos actores, y es, al mismo tiempo, muy sencillo desconfiar de todo lo que rodea al kirchnerismo. Es el mismo gobierno que limpió en pocos días a un procurador, a un juez y a un fiscal para proteger los groseros negocios del vicepresidente. Es el mismo gobierno que dijo que Cristina tenía cáncer. Es el mismo gobierno que colocó a un talibán insano en la procuraduría para enterrar todas las causas que involucrasen a funcionarios y/o familiares de esos funcionarios. Es el mismo gobierno que intentó salvaguardar a un empresario amigo acusando a dos pendejos forros, y ensuciando luego a un fiscal honesto. Es el mismo gobierno que compró y cerró medios para tapar la realidad. Es el mismo gobierno que cambia las reglas de juego electorales a gusto e piacere. Es el mismo gobierno que envía todas las mañanas a un payaso a hacer unos cuantos chistes y defender lo indefendible. Es el mismo gobierno que niega la pobreza, la desocupación y la inseguridad, alegando que son operaciones de guerreros multimediáticos que buscan tapar las buenas noticias. Es el mismo gobierno que falsea las estadísticas públicas y trastoca las políticas económicas hasta la ruina. Es el mismo gobierno que coloca empleados públicos afines y desplaza a los idóneos. Es el mismo gobierno al que se le pierden, se le queman o se le mojan, accidentalmente, expedientes comprometedores. Es el mismo gobierno que utiliza los servicios de inteligencia para perseguir y apretar a opositores y periodistas no alineados. Es el mismo gobierno que alaba regímenes totalitarios y se fotografía con dictadores, al tiempo que despotrica contra todo aquello que no sea nuestroamericano. El gobierno que ha llevado adelante todas estas empresas pretende que creamos su versión, la teoría número uno: que Nisman se suicidó porque no podía probar la imputación. Muy gracioso.

Mientras tanto, el país sigue transitando por el camino de la impunidad.

AMIA. 21 años de nada. El juez Juan José Galeano embarró la causa del atentado a la mutual judía durante una década. Fue destituido por el Consejo de la Magistratura y reemplazado por Rodolfo Canicoba Corral; mientras la causa por las evidentes irregularidades en la investigación quedó a cargo de Ariel Lijo. El irresponsablemente santo, Néstor Kirchner, creo en 2004 la UFI-AMIA, una fiscalía ad hoc con presupuesto infinito, dependiente de la Procuración, y se la entregó a Alberto Nisman. Era, en aquel entonces, un mimado del matrimonio santacruceño. Esta fiscalía especial comenzó a trabajar la pista iraní, sin demasiadas pruebas pero con la inefable contribución de la SIDE. Antonio “Jaime” Stiusso, director de operaciones del organismo, era quien llevaba adelante la causa en las sombras de lo ominoso. La cercanía de Nisman con el espía y con los servicios era innegable. Pero la crisis energética durante el comienzo del segundo mandato de Cristina obligó al gobierno nacional a una pirueta insólita, desquiciante, inesperada. Con fines comerciales (obtener petróleo a cambio de granos) negoció un pacto con Irán para librar de toda culpa y cargo a los sospechosos del atentado hasta ese momento. El régimen teocrático exigía el levantamiento de las alertas rojas que pesaban sobre los acusados. Nisman, que conocía perfectamente el pacto por obra y gracia del querido Pepe Eliaschev y debería haber sospechado maniobras ilícitas, no se opuso de forma abierta al memorándum de entendimiento. Se buscaba la cooperación de negacionistas y antisemitas para resolver el ataque a un blanco judío en Argentina. La mayoría oficialista en el Congreso aprobó este dislate, sin importar el repudio del mundo entero (excepto de INTERPOL). El Presidente de la República Islámica de Irán, Mahmud Ahmadineyad festejó antes de tiempo: pretendía utilizar el entendimiento en el frente interno. Pero falló. Al final Teherán desistió de firmar el acuerdo. Y no hubo petróleo. Y no se levantaron las alertas rojas. El atentado a la AMIA no quedaría impune. O sí.

Allí comenzó el juego de espías que acabó este domingo con la muerte del fiscal especial. Los mismos servicios de inteligencia de los que Cristina se sirvió para montar causas contra opositores, se volvieron en su contra. Nisman se sirvió de Stiusso y de la especialidad de la casa (teléfonos pinchados, mails y cualquier cosa parecida) para implicar a la Presidenta en un nuevo encubrimiento, esta vez de la pista iraní (ya Nisman lo había hecho contra Menem por encubrir la pista siria). El juez Canicoba Corral dejó claro que la única autorización pesaba sobre la intervención de cuatro teléfonos, todos del nexo entre Irán y Argentina, Jorge Khalil. Ninguno más. Posiblemente las pruebas de Nisman para acusar a CFK tuvieran un origen un tanto más sórdido. En diciembre último, la emperatriz se enteró del pedido que se venía y decidió desplazar a Héctor Icazuriaga y a Francisco Larcher, las cabezas de la Secretaría de Inteligencia, y colocar a su “mayordomo” Oscar Parrilli y a Juan Martín Mena (conocedor de la causa AMIA y aparente promotor del acuerdo con Irán). Nisman regresó anticipadamente de su viaje por Europa para finalizar con el escrito que dio a conocer al universo todo el miércoles 14 de enero. Desfiló por todos los canales de televisión y habló con todas las radios explicando lo que se podía explicar. Parecía aferrarse a la fiscalía especial y efectuar, al mismo tiempo, la venganza de Stiusso. El gobierno que lo amaba, ahora lo odiaba. La sociedad que no lo conocía, ahora lo escuchaba.

El ominoso camino se recorría mientras el Ejecutivo insistía en copar el Poder Judicial, con la Procuradora General Alejandra Gils Carbó como ariete. Jueces y fiscales -Nisman entre ellos- que callaron durante una década y avanzaron en las causas de corrupción a paso de tortuga, recordaron de pronto cómo hacer su trabajo, e invadieron los Tribunales. Ahora necesitaban acusar a Cristina de todo lo que habían omitido. La sociedad no puede perdonar este oportunismo feroz. Los eternos defensores de la libertad de expresión y de los derechos humanos salieron a destrozar al fiscal, incluso con la curiosa contribución de Ronald Noble, antiguo secretario general de INTERPOL. Según el moreno, Nisman mentía en cuanto al pedido de levantamiento de las alertas rojas por parte del canciller Héctor Timerman. Algo irrelevante por cierto, pues el acuerdo con Irán nunca se firmó, por lo tanto no había necesidad de semejante pedido, incendiario a todas luces. En un reportaje por correo electrónico con Página 12, Noble afirmó que INTERPOL consideraba al memorándum como un “paso adelante en el esclarecimiento” del atentado. Uno se pregunta cómo mierda es posible que la horda oficialista se valga de la opinión de un agente del Águila -que supuestamente está detrás de todo lo malo que le sucede al país, basta recordar la frase de CFK “si me pasa algo, que nadie mire hacia el Oriente, miren hacia el Norte”- para contraatacar. Le dan la razón a un yanqui. Más pelotudos no pueden ser. Cuando conviene, les importa lo que piensa el mundo, que se nos ha caído tanto encima que ya nos dejó como una tapa para empanada. El oficialismo intentó derribar otro argumento de Nisman, el de los arreglos comerciales con Irán, alegando que la cuenta corriente no se había modificado. Es lógico si tenemos en cuanta que el memorándum nunca se firmó. Finalmente apelaron a lo habitual, a eso que nos llena el corazón: que todo era un operativo de oscuras agencias conspirativas y desestabilizadoras; que era una embestida del poder económico concentrado en complicidad con la corporación mediático-judicial, en un desesperado intento por frenar el proceso de transformaciones profundas iniciado en 2003; que Nisman era un agente de la CIA, y todas las huevadas de siempre. Al fiscal le dieron una importante mano tanto Lijo (de vacaciones) como Servini de Cubría (la jueza que lo subrogaba): ninguno consideró suficientes las pruebas contra CFK y compañía y no habilitaron la feria. Tampoco fue bien tratado por Canicoba Corral que lo desautorizó y hasta amenazó con apartarlo del cargo. Lo dejaron prácticamente solo. El lunes 19 debía defender ante el Congreso las pruebas que tenía en sus manos, incluidos los nombres de los espías involucrados. Legisladores oficialistas y opositores se engarzaron por el carácter de la exposición: el bloque K pretendía que fuese pública (ofrecieron incluso la cadena nacional, propiedad exclusiva de la emperatriz), mientras que los opositores querían los nombres de los agentes, por lo que necesitaban una reunión reservada (con el fin de no violar la Ley de Inteligencia Nacional ni poner en riesgo la investigación). Sorpresivamente al gobierno le interesaba que la gente supiese todo y le huía al oscurantismo. Ya era demasiado tarde. El circo estaba preparado para otra función histórica.

Pero Nisman no pudo ir al Congreso. Apareció muerto la noche anterior.

Ya todos conocen lo que sucedió después. El silencio presidencial y los raquíticos testimonios de funcionarios, la sobreactuación de los presidenciables, el repentino interés de la ciudadanía por la actualidad política, la irresponsabilidad de algunos periodistas que tildaron de irresponsables a los que sí salieron a hablar y nada dijeron sobre la TV Pública y su receta de “tortas fritas para los días lluviosos”. Así podríamos seguir toda la noche, toda la vida. Lo último es remarcar el comportamiento del gobierno ante cada evento de suma importancia para la Nación. Están empecinados en demostrar lo perversos e ineficaces que son, en hacer los papelones más extraordinarios. Basta mencionar las insultantes cartas que la Reina Batata subió a FACEBOOK. Sí, en un momento de inenarrable sopor, la Presidente llevó tranquilad a través de una red social. En las misivas nos contó un poquito de su vida, se victimizó, apenas mencionó a Nisman y responsabilizó de la muerte del fiscal al diario Clarín. Una vez más, lo preocupante es la ceguera de buena parte de la sociedad, que parece no haberse dado cuenta todavía qué clase de democracia tenemos, qué clase de gobernantes deciden nuestra suerte. Hay una estupenda oportunidad de arreglar las cosas en el cuarto oscuro, este año. Pero es una esperanza vaga: sabemos que todo lo malo, volverá a ocurrir.

El inmenso Pepe Eliaschev (fallecido en noviembre último tras una larga pelea contra un cáncer de mierda) entregó su vida al periodismo. Se lo extraña demasiado: se extrañan sus contratapas en el suplemento anaranjado del domingo, se extraña su pasión por joder a cualquiera que mereciera el escarnio. Su legado es brillante, excede a la profesión. Y entre esas cosas que nos dejó está el espurio y aberrante pacto secreto del gobierno argentino con el régimen de Teherán, coronado por el disparatado memorándum. Pepe denunció el pacto en un inolvidable artículo de marzo de 2011 en Perfil. En palabras propias, “puso en juego su nombre y su trayectoria”. Una de las personas que tomó conocimiento de la investigación del periodista, basada en documentos secretos analizados por varias cancillerías, incluso antes de ser publicada, fue el fiscal especial de la causa AMIA. Si, Alberto Nisman. “El hecho y la nota me parecen absolutamente descabellados, absurdos (…) hacía mucho tiempo que no leía algo tan disparatado (…) es todo muy poco serio” decía Nisman por aquel entonces. “Estoy convencido de que el gobierno argentino no piensa nada de eso”, concluía. El miércoles pasado, en un programa de TN reconoció -cuatro años tarde- la obra mayor del periodista, apenas un puñado de días antes de pegarse un tiro.

Los argentinos corremos el penoso riesgo de confiar demasiado en tipos como Nisman, considerarlos por siempre infalibles, y olvidar a otros como Pepe. Unos trabajan para el poder hasta que el poder los obliga a rebelarse. Otros, trabajan para que ese poder no siga acumulando poder, dando la cara, soportando el vituperio de personajes nefastos, sin que les importe caer en el ostracismo más cruel. Pepe murió casi en el olvido. Él era uno de los buenos. Nisman no era de los buenos, pero será recordado por su sorprendente maniobra final, y se pasarán por alto los años en los que fue partícipe de la fiesta y nada hizo por llegar a la verdad. Probablemente no haya sido de los malos tampoco; eso ya no importa. Cuando tuvo que elegir, desoyó al bueno y prestó sus oídos al gobierno más corrupto de todos. Pero no ha sido el único. En este imperio de la ilusión siempre se duda de los buenos y se engrandece a los que hoy son sospechosamente buenos, luego de ser abiertamente malos. A esto hemos llegado.

YO NO SOY NISMAN

Autor: Cesar de la Luz
Dedicado a Juanita Frijoles
*Post editado por contener innecesarios insultos

jueves, 20 de noviembre de 2014

Nunca es suficiente

Cuando miraron atrás, hacia el valle y la distante granja de Gardner, contemplaron un horrible espectáculo. 
Toda la granja brillaba con el espantoso y desconocido color; árboles, edificaciones e incluso la hierba que no había sido transformada aún en quebradiza y gris. Las ramas estaban todas extendidas hacia el cielo, coronadas con lenguas de fuego,
y radiantes goterones del mismo monstruoso fuego ardían encima de la casa, del granero y de los cobertizos. Era una escena de una visión de Fuseli, y sobre todo el resto reinaba aquella borrachera de luminoso amorfismo, aquel extraño arco iris de misterioso veneno del pozo..., hirviendo, saltando, centelleando y burbujeando malignamente en su cósmico e irreconocible cromatismo.
The Colour Out Of Space [H.P. Lovecraft]

La Sorpresa de Lerner - Offtopic

Existe una corriente del pensamiento a la que adhieren ciertos individuos basada principalmente en la idea de que un autor, protagonista mayor de una historia (cualquiera sea), debe estar siempre a merced del que consume esa historia: debe entregar su obra, la intimidad de su mente, la grandiosidad de su alma, la acumulación de sus miedos - en resumidas cuentas, su vida - a una horda insana de innecesarias necesidades. Quienes tienen la dicha de crear a partir de la nada dejan de tener el poder sobre su creación. Los defensores de esta corriente argumentan, de forma muy vaga, que por encima de la persona y sus derechos se debe colocar a la humanidad y sus derechos. Y se apoyan sobre la innegable certeza de que quienes toman la difícil decisión de compartir su obra con el mundo, la ponen a consideración, por alguna insólita vía la colectivizan; a partir de ese momento, pasa a ser una presa fácil para la crítica. Incluso para nosotros es una verdad revelada y reveladora, de otra forma estaríamos negando nuestros orígenes (quien escribe no sería nada si no pudiese criticar las acciones y creaciones ajenas). Pero es de una chatura inefable criticar los caminos por los que aquella obra nos llega, las motivaciones que el autor ha tenido, o las herramientas que utiliza para tallar sus visiones y mostrarselas a la sociedad. Libertad de expresión, sí. Estupidez, no. 

Estoy ensayando una tímida defensa a Christopher Nolan por Interstellar. No he visto la película. No lo necesito. Pero me bastan un puñado de críticas, escencial y especialmente alrededor de la supuesta omnisciencia del director (y guionista), para afirmar que su último trabajo - el primero luego de la trilogía de Batman - es tristemente colosal, peligrosamente mastodóntico, inquietantemente hermoso y ominosamente goloso (DEJAME SOBREADJETIVAR TRANQUILO, LA CONCHA DE TU PUTA MADRE). Es perfecto. 

Parece una broma pero a Nolan, estos mismos tipos, le piden todo. Para ELLOS nunca es suficiente, como si vistiesen una remera a rayas horizontales azules y blancas y hubiesen descubierto su perverso, lujurioso y estúpido jueguito. Les ofrecen brillantes y valientes teorías (más o menos comprobables, es cierto) acerca de viajes a través del tiempo y del espacio, a través de lo indecible e indefinible, pero ELLOS quieren mierdas estereotipadas que hasta un tipo con un cucurucho en la frente podría predecir. Les ofrecen insuperables efectos, casi artesanales, precisos como un puto mecanismo de relojería, pero ELLOS quieren todo hecho por computadora, quieren caras increíblemente deformadas. Les ofrecen una distopía donde abunda la demencia loca del enemigo interior y, elevándose por encima de ella, una abrumadora esperanza. Pero ELLOS quieren un mundo envuelto en exagerados abusos de control y de poder, quieren garchas orwellianas, violencia innecesaria y antinatural, y quieren a los pendejos calentones, jugando a ser héroes. ELLOS quieren humor, quieren entretenerse, hacerse la paja también. Quieren las estupidas fantasías animadas de ayer y de hoy. Sin dudarlo, estos pensadores han pensado demasiado y su cerebro ha sido reemplazado por un termo que no mantiene la temperatura de las ideas. ELLOS nos quieren pelotudos, no quieren que pensemos. Yo lo que quiero es que me dejen en paz, que cierren el orto o se lo vayan a lavar con Odex. Lo que ELLOS realmente no pueden soportar es la omnisciencia del espectador; porque entonces ya nadie abrirá la sección de espectáculos el jueves, aguardando por la iluminación de tipos que no pueden ver la belleza del vasto horror cósmico de Nolan. Por suerte, hay individuos que siguen viendo aquello que no quieren que sea visto, que no le temen a la unión de aquello que nunca debió unirse pues saben que jamás volverá a unirse. 

El lector de siempre sabrá que aquí respetamos y ensalsamos la obra de Nolan y le perdonariamos cualquier desliz, incluso uno considerable (quizás Interstellar lo sea) pero nunca tendremos necesidad de pedirle todo pues él siempre se entregará: a su propia inmensidad, a su descollante inventiva, y no se venderá para satisfacer a aquellos que piensan demasiado en sí mismos. Para ELLOS no importa la distancia que separe a un artista de sus seres amados; no importan las noches sin sueño ni las incontables peleas. Solo quieren que el cuchillo recorra la piel del desgraciado de turno y cubra de sangre su maldito piso nuevo. Pero qué dirían si Nolan simplemente agarra sus cosas y se va? Ahi apreciarán todo lo que ha hecho. O no.

Por desgracia, no he podido ver Interstellar, no he podido llorar con su preciosidad, no he podido deleitarme con mis propios elogios, no he podido pensarla ni reseñarla como me hubiese gustado (ando corto de tiempo por los exámenes). Pero hay alguien que sí ha podido hacer todo aquello. Es aquí que pido permiso al querido Marcos Esparcence - amigo de la casa, vecino de la ciudad sin nombre, hombre de letras borroneadas por las formas del tiempo, incuestionable defensor del machete y eterno miembro de la mandarina alienada - para hacer uso de su valiente e inolvidable reseña sobre Interstellar, que espero dé un poco de entidad a mis palabras. Merecía nuestro colaborador estrella (que no tiene ni la más puta idea de que se convertirá en colaborador estrella de este blog) una introducción. Espero estar a la altura de la sorpresa. De Lerner. 

Interstellar - Review Movies

Fui el domingo a ver Interstellar, la nueva de Fernet Branca Nolan. La película es un caño; te reís, llorás como nena con Matthew McConaughey, los efectos visuales son para que te cortes los dedos después de chupártelos porque no merece suceder otra vez. La historia te mantiene agarradísimo al asiento con giros y giros.

En una semi entrevista a un científico posta, dijo que le gustó mucho y que aunque muchas de las cosas son tirando a la ciencia ficción (obviamente el género al que apunta la peli), otras cosas que pusieron son en realidad comprobadas.

Interstellar es un MUST SEE, especialmente por cankinianos y zenkianos (por igual), ya que la Ley Jamal (1.883-1.976 AP / After Panch) establece que todo zenkiano es cankiniano pero no todo cankiniano es zenkiano, por la relativa infinita soledad impuesta por el cosmos constante de la divina comedia (del ente)

13-2 Esparcence Chronicles

Autor: Marcos Esparcence 
Prólogo: Cesar de la Luz 
Dedicado a la memoria de Pepe Eliaschev

Aclaración: el término 'Sorpresa de Lerner' es propiedad y marca registrada de Carlos Guzmán. Queda penado su uso sin la debida autorización (no la pedí, después arreglamos)

miércoles, 1 de octubre de 2014

Las formas del tiempo

Era exactamente así. El fracaso, la derrota y la frustración teñían todo su ser,
como si lo hubieran sacado de una solución de tinta azul claro tras haberlo dejado un día
entero en remojo. Un hombre al que uno le daban ganas de meterlo en una caja de cristal y
dejarlo expuesto en el laboratorio de química de un colegio con una etiqueta que rezase:
«HOMBRE AL QUE, HAGA LO QUE HAGA, TODO LE SALE MAL».
Haruki Murakami [Dansu, dansu, dansu]

El hombre no tiene enemigo peor que él mismo.
Cicerón

I. El tiempo como refugio

Aquella mugrienta cafetería del barrio Imola - feudo de terroríficas bestias y de eternas noches líquidas - solía ser el último refugio ante el fracaso, la frontera sin ley de la desesperación; su forma fue testigo de la agonía de muchos, pero han sido tantos que ni siquiera es posible aseverar que no haya sido testigo de la agonía de todos. En sus pequeñas mesas de madera fueron concebidas ominosas historias, producto de mentes perturbadas, corrompidas en el origen, finalmente invadidas por la ciencia de lo absurdo, por lo absurdo de la ciencia. Este brevísimo relato - que encaja en la descripción anterior, para qué engañarse - bien podría haber tomado forma allí, a la par del célebre sonido de una antiquísima máquina de café, glorificada por el triste aroma a primavera de junio. Sus paredes, ridículamente decoradas con cuadros y vinilos, pequeñas almas de los gigantes del folklore local, hacían las veces de inmensas trincheras, barrera contra el caos de la guerra interior.

El dueño de este circo indómito era un hombre calvo, muy alto, de inteligentes ojos negros, quien por las mañanas se colocaba un delantal negro y atendía, con inusual desparpajo, a los clientes. Su único empleado ingresaba alrededor de las doce del mediodía; era un inquieto tipejo de pelo largo, obeso y mal oliente (una aberración), que disfrutaba comer los granos de café de la máquina (otra aberración). Entre los habitúes del lugar se decía que lo habían contratado por lástima (anteriormente se dedicaba a limpiar las calles, bajo las órdenes de una comisión vecinal de dudosa constitución; trabajo por el que recibía apenas unas putas monedas), pero el contraste a simple vista entre empleador y empleado omitía el rasgo insólito que compartían: ambos eran sordos y mudos.

Ubicada en una esquina cualquiera de la ciudad sin nombre, la cafetería siempre había gozado de buena reputación, sobre todo porque la decoración del lugar encontraba su complemento perfecto en la matemática perfecta de la música. Sin embargo, no dejaba mucho dinero últimamente. Aquí me detendré en el cambio que operó en las almas de Imola una inolvidable madrugada fatal de febrero. Aquellos crímenes le quitaron todo el encanto al barrio de calles de adoquines, abandonado por su propia gente, por las autoridades y, en última instancia, por las fuerzas de seguridad. Imola dejó de ser noticia por su belleza y por los acontecimientos culturales que maravillaron a toda la ciudad desde el inicio de los tiempos; dejó de ser una atracción turística y gen de la frivolidad anhelante. Tomó la forma de una tierra arrasada, de un desierto inconmensurable. En ese patético escenario, los comercios empezaron a agonizar, y varios optaron por bajar sus persianas. Quienes se mantuvieron firmes, sabían que no durarían. El dueño de la cafetería lo sabía.

En libertad, el tiempo toma la forma del caos y de la pena infinita; es incapaz de asimilar la comodidad, la burda hermandad con la derrota. Cae, entonces, la venganza sobre los complacientes; acaba el estadío de inacción y comienza a alimentarse de lo inenarrable para encerrarnos en su prisión de cristal. Con timidez, el hombre acaba otorgándole un rostro al tiempo, lo imagina cerca, lo hace descender (ascender) a su nivel, para perder el miedo y mantenerse sano. Con ciertas reservas, esto puede resultar beneficioso, incluso placentero. Pero a veces las formas son brutales.

El joven Carazc, en una pasmosa situación de aburrimiento, miró por la ventana que daba hacia la calle: la vista no tenía el menor atractivo, tan solo unos cuantos autos locos, una construcción medio abandonada y una iglesia derruida en la esquina opuesta. Claro que, para muchos, lo único importante en una cafetería acaba siendo el sabor de su café. Al pobre muchacho le bastaba con no tener delante una taza de agua sucia. Luego tomó una servilleta de papel y comenzó a jugar con ella, sin mayor intención que burlarse del tiempo. Mientras divagaba, no dejaba de pensar en que aquella cita había sido un error. Amaba a su hermana. Pero como no quería compartirla - puede aquí el lector imaginar miles de cosas y, lamentablemente, siempre tendrá razón -, Carazc terminó odiando todo lo que compitiese con el accidente de su amor. La brava tormenta del existencialismo caía sobre su cabeza. Se dio cuenta que quería escapar, estar del otro lado de la Puerta, así que emprendió la estoica retirada. Pagó la cuenta (apenas le alcanzaba) y procedió a escribir un mensaje en la servilleta.

La hermosa Barazc se había retirado al baño para pensarlo mejor. Amaba a su hermano, pero pensaba que era un completo infeliz, que no valía la pena detenerse en sus nimiedades. Acaso debería preocuparse más por su matrimonio, al borde del colapso por el carácter flamígero de su pareja (y, no lo aceptaría nunca pero, también el de ella). El baño era muy pequeño y mucho más sucio de lo que cualquiera imaginaría para sus proporciones. Mecánicamente se lavó las manos, tomó un pedazo de papel higiénico y se secó hasta rasparse las manos. Juntó un poco de coraje, se acomodó el cabello y salió al encuentro de Carazc, dispuesta a decirle que no quería volver a saber nada ni de él ni de sus malditos problemas.

II. El tiempo como violencia aberrante

Regresó Barazc a la mesa donde lo esperaba su hermano. No reparó en lo sencillo que fue su camino, como si no hubiese otras mesas para esquivar. No reparó en el brillo distante del ancho sol que estallaba en la cafetería, como si no hubiesen paredes o éstas fuesen transparentes. No reparó en el hombre que estaba sentado en el lugar de Carazc, ni en que era ésta la única persona en todo el local. Cuando la muchacha tomó asiento y prestó atención a los detalles, emitió un grito de sorpresa: frente a ella había un sujeto de unos cincuenta, quien era, obviando el color de cabello, las arrugas, y unas ropas bastante raras, idéntico a su hermano. Era un Carazc «de cincuenta», por así decirlo. Muy previsible, verdad? Siempre suceden esas cosas. El lector podrá adivinar también que el Carazc «de cincuenta» estaba ciego. Aparentemente, a la joven le sucedía lo mismo pues muy tarde se dio cuenta que estaba en una especie de caja de vidrio, suspendida en el cielo de la ciudad sin nombre, decorada solo con una mesa y un par de sillas del mismo material. Previsible, sin dudas. Tanto como la desesperación de Barazc por salir de allí. Comenzó a golpear las paredes de aquella cafetería tan particular, sin éxito. Mientras tanto, su hermano (ahora mayor) parecía muy tranquilo y hablaba sobre un loco vestido de negro y una escultura que habían salido en las noticias.

Rendida ante el poder de lo demencial, la muchacha se derrumbó en el piso de la prisión de cristal. Mientras una nube rebelde tapaba al ancho sol, y se mezclaba una paleta de grises en el lienzo celeste, tomó forma un sujeto al que los hermanos hubiesen preferido no conocer: el falso Mesías, el soberano de una tierra desconocida, el Arconte. Aquella forma del tiempo era tan inofensiva como devastadora: un tipo de rostro femenino, de cabello grisáceo y corto, cubierto por una extravagante túnica, del mismo color.

Las grandiosas vías de la comunicación humana se redujeron al triste sonido de los pasos del Arconte. De su hermosa túnica sacó un inmenso libraco verde de tapa dura (que debía pesar unos siete u ocho kilos), lo abrió y comenzó a leer. Su voz era tan aterradora como su silencio: violenta y llena de interrogantes. Al principio, parecía estar recitando un poema épico (a la vez, el Carazc «de cincuenta» seguía contando sobre un asesinato que había salido en las noticias). Para la muchacha, la parte más difícil era creer en todo lo que estaba sucediendo, no tanto hallar una explicación a lo absurdo. El Arconte se detuvo y esperó, impertérrito, a que el viejo se callara. Sin perder la calma, el soberano sacudió su brazo y golpeo al Carazc «de cincuenta» en el rostro. El golpe fue feroz y dejó al viejo tendido en el suelo, aparentemente inconciente.

Continuó leyendo el libro «por siempre verde», ahora en un perfecto castellano: "Allí, en las afueras de la celebérrima ciudad roja, donde el tiempo del universo toma la forma de nuestro tiempo, la prisión de cristal se alzará sobre la luna y dará la bienvenida a las almas viejas de los desgraciados".

III. El tiempo como luz distante de un cielo distante

No existía una explicación sensata para el abismal relato del Arconte, quien continuó describiendo ese remoto feudo, ajeno al hombre, ante una asustada Barazc. Prosiguió: "El juez eterno y soberano de esta tierra, el Arconte Preto-sal, salvará a uno y solo a uno de los caídos; éste deberá trascender al umbral de la imaginación y derribar con su dolor las columnas infinitas del templo. Quienes no reciban la gracia del Arconte, permanecerán en la prisión de cristal, receptando el odio de su propia existencia hasta el fin de todo. Este tomo antecede al tomo «de las Eras», que descansa en la ominosa Sevilla, en la tumba de…"

Súbitamente, la prisión de cristal comenzó a temblar y a quebrarse. El Arconte perdió el equilibrio y dejó caer el libro, perplejo ante los hechos; Barazc, vencida por la desesperación, se aferró a la mesa. Ambos repararon en el viejo, que seguía tendido en el suelo, y sostenía ahora una servilleta de papel con una mano y un bolígrafo con la otra: el Carazc «de cincuenta» estaba borrando el mensaje del joven Carazc. La prisión perdió su forma, se rompió, y los tres comenzaron a caer desde una descomunal altura. Mientras le llegaba su hora, la muchacha pudo apreciar el cielo, siempre tan detestable, y a su astro más gordo, que brillaba como una luz distante. Barazc cerró sus ojos, pensó en su hermano, quien la había librado del juez eterno pero la había condenado, y al abrirlos, ya no se sintió caer. El umbral de su imaginación volvió a tomar la forma de la cafetería, y allí estaba el joven Carazc, radiante, esperándola con un café recién pedido. El dueño del local sonreía, cómplice, a sabiendas que pronto no habría más historias en aquella horrenda cafetería del barrio Imola.

Con este relato no busco la atención de los supersticiosos, quienes caminan con orgullo por la vida, cargando su pesado desconocimiento de los axiomas de la sensatez. Mucho menos busco conmover al lector escéptico, bien pensante y reflexivo, quien bajo ningún concepto permitirá asombrarse; apenas encontrará todo muy gracioso y podría utilizarlo como evidencia para enviarme a un asilo menta (o me comprará un gatito). Yo mismo he tenido la posibilidad de experimentar aquel sentimiento de superioridad intelectual, y mantenerme ajeno a la locura demencial, hasta que por azar (quisiera creer) tropecé con los protagonistas en cuestión en la siniestra esquina. Me permitieron - con sus debidas reservas - ojear el inmenso tomo verde de tapa dura que el soberano de una tierra desconocida perdió en este tiempo, cuyo contenido pido a dios (si existe), permanezca oculto en la oscuridad más profunda, para evitar que tome la forma más brutal de todas.


Autor: Cesar de la Luz
Dibujo: Juanita Frijoles

miércoles, 4 de junio de 2014

Entrevista exclusiva a Martina Stoessel: “Me gusta calentar a los papis"

El monstruo escapa a toda posible descripción. No existe un lenguaje adecuado 
para ese infinito horror inolvidable, aberrante negación de toda la legalidad de la materia,
 la fuerza y el cosmos. Era como una montaña caminando. Dios mío!
H.P. Lovecraft [The Call Of Cthulhu]

El periodismo es una inmensa catapulta puesta en movimiento por pequeños odios.
Honoré de Balzac

En defensa propia - Offtopic‏

A cuántas niñas les ha cambiado la vida? Cuántas han visto derrumbarse la vetusta estructura que albergaba su concepción de la vida y erigirse, en su lugar, un templo de magnificente estupidez? Cuántas se han congregado alrededor de su música y devorado hasta la última de sus palabras, con demencia loca, luego de peregrinar por los jardines de la mentira? Y cuántas sueñan con ser como ella, un ser de dudosa y ominosa valía? No lo sabemos. No nos importa. Por qué? Porque las mayores atrocidades de la historia de la humanidad fueron perpetradas en pos de la insondable entidad que nos da de comer, nos educa y nos cura: el dinero. Esta inmensa tragedia moderna (para padres y adultos en general) es una consecuencia lógica del afán macabro de empresarios desalmados, simiescos, por taparse con sábanas hechas de dólares. Es, nuestra protagonista, tal y como lo fueron otros y otras, un típico producto de corporaciones que buscan maximizar sus beneficios en detrimento de los trabajadores, indefensos ante los desesperados pedidos de sus pequeñas hijas, que sueñan con ser como ella. Así es: la papela le permite a la tal Tini Stoessel, existir, ser.

Como todo fenómeno inexpugnable de masas, requiere de alguna base explicativa; aquí trataremos de descuajarlo y volver a transmutarlo, con muy poca rigurosidad, claro. Tras una escueta investigación – reducida a la lectura de un par de ligeras notas periodísticas y cinco minutos de la serie en cuestión (no aguantamos más que eso) – tendemos a creer que el mundo se fue a la concha de su puta madre y es por eso que una locura demencial como Violetta se convirtió en un éxito monstruoso. No es descabellado suponer que se presentó como el único producto que no desperdigaba los valores horrendos y prostibularios de estos tiempos (en comparación). Puede que la masa - la que te despedaza - haya sido conquistada por la extravagante idiotez de la jovencita, que nos recuerda a la tarada de Patito Feo. Por supuesto, deberíamos ahondar sobre un tema fundamental para la delirante causa nacional y popular: el rol de los medios de comunicación, el incesante bombardeo de productos de todo tipo y factor con la cara (de pelotuda) de Martina Stoessel. Probablemente, ante semejante insistencia por parte de las vilipendiadas propaladoras (con el dantesco imperio Disney a la cabeza), hasta nosotros bien pudimos vernos atraídos por tales tópicos. No suena a delirio pues los protagonistas de la tira juvenil no tienen el carisma de otros, la cuestión amorosa es escabrosa, y la antagonista no es más que otra zorra despreciable que ni siquiera puede ser despreciada en su carácter de zorra. Por último, la teoría que abona quien escribe estas líneas, es que los padres y madres han decidido que a sus hijas debe gustarles esta porquería, es por eso que despilfarran una montaña de dinero en artículos de Violetta, tal y como lo hacían en tiempos mucho más mozos (sin la rampante devaluación) de Casi Ángeles, Bandana, Chiquititas, etc.

Esta teorización poco seria, pierde la poca seriedad que tiene cuando responde a la penosa necesidad de apelar a la joven más amada por las niñas para levantar este sitio que hubo de internarse, primero, en las sombras de lo ominoso, luego devorado por la bestia de la bestia, y más tarde rescatado de la ignominia por la misma desgracia que lo había hecho desaparecer.

El lector de toda la vida se preguntará cómo mierda podrían tres hombres blancos, unidos por el inmenso y triste poder de la locura, peligrosamente cerca del alcoholismo, fanáticos de la sobre-adjetivación, retrógrados desde la creación, entender este fenómeno que nos explotó en las manos durante el mes de mayo. La respuesta no debería sorprender: nunca lo vamos a entender, somos unos viejos chotos. Pero sí nos parecía muy útil conocer y comprender al ente que despierta a esas incomprendidas bestias amorfas que descuajan al maldito barrio de Palermo y excitan a las mafias ambulantes del mundo ambulante. Recién declarada Embajadora cultural por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (si, embajadora, para morirse), millonaria a partir de su infame personaje (si, millonaria, para morirse), escritora (si, escritora, para morirse), era el momento propicio para que Martina iluminase a sus peregrinos con la palabra. Pero nos ganaron de mano los tanques editoriales (Gente, Caras, Hola, y todas esas huevadas que leemos cuando tenemos dos minutos al pedo pero que luego de otros dos minutos olvidamos para siempre). El bache en el sistema que nos permitió acceder a la nota es algo intrincado y requiere de bastante imaginación. Francisco (si, Francisco, para morirse), hermano de Tini, sacó un crédito personal en el Banco Supervielle para poder comprar una foto que, eventualmente, lo sometería al escarnio público y destruiría a toda la puta familia feliz. El querido Roberto F. descubrió este recoveco por mandato del azar, obtuvo el número telefónico de Pancho y lo intimó a cancelar todas las cuotas del crédito antes del día 28/5 (adujo cuestiones operativas de la entidad, una boludez). Como todo familiar de celebridad, el muchacho cree tener la llave para solucionar todos sus problemas: ‘cómo podemos arreglarlo?’. Muy a pesar de su intercesión, la última palabra siempre sería del padre de la criatura, Alejandro Stoessel, otrora productor de Tinelli. Al viejo hubo que pagarle putas, alcohol y merca para convencerlo; todo corrió a cuenta del mismo Francisco (cualquier similitud en el artilugio discursivo, con otro utilizado anteriormente en este blog, se debe a la falta de inspiración, sepa disculpar).

Tras una épica pero escandalosa reunión final entre los entrevistadores (nosotros) y el representante de Tini (su padre), en la que se nos advirtió una docena de veces que no podíamos hacerle preguntas de índole sexual a la joven de ‘apenas’ 17 años (cuestión que causó un importante enfrentamiento dentro de la hermandad), fuimos autorizados para realizar la nota, más precisamente, en los estudios donde se graba ‘Violetta’. Aquí la entrevista completa que nos concedió Martina Stoessel:

LHDZ: Hola, Martina, cómo estás?
MS: Hola chicos, todo bien.
LHDZ: Te dijeron alguna vez que sos una pelotuda?
MS: Qué cosa?

Todo acabó en tragedia, en fuego infinito, en caos desbordante y devorador. Alejandro Stoessel salió disparado de su asiento de cuero hecho de boa y comenzó a increparnos. Nada agradable salió de su boca, más bien parecía molesto. Una actitud extraña si tenemos en cuenta que no hubo ninguna pregunta en clave sexual (creíamos que, salvo aquello, podía preguntarse cualquier cosa). La expresión de su hija vendría a encuadrarse entre el asombro soporífero y la indiferencia más rancia, sinceramente no nos importaba: priorizamos nuestros valores democráticos, republicanos, de plena libertad de expresión, sin importar las heridas. Recibimos, de parte del equipo ‘tinista’, maltratos de diversa índole, merecedores de acciones judiciales. Sin embargo nuestro temple ha sido siempre envidiable y solo contestamos con una sarta de puteadas realmente muy graciosas, que pudieron ser escuchadas por los horripilantes actores de cuna europea que forman parte del bodrio que ahí se filma.

Una situación, también hilarante, se produjo al abandonar el set de grabación de ‘Violetta’, tras la fallida nota con su protagonista. Tuvimos la dicha de cruzarnos con el celebérrimo Juan Pedro Lanzani, novio de Martina, antigua gloria juvenil (es factible que ya nadie recuerde a los Teen Angels), hoy mediocre actor de una serie para adolescentes anormales de ribetes pornográficos (Aliados). Nos saludo cordialmente y recordó (de inmediato) las peripecias de la entrevista que le hicimos hace ya TRES larguísimos años. Por supuesto que el muchacho se llenó de plata vendiéndole drogas a los pibes en su momento; y como no podía ser de otra forma, hoy sale con la figura máxima para poder seguir en el negocio (de la droga). Tuvo la amabilidad de regalarnos unos pines que decían ‘NO bullying’... Momento aciago para la raza humana. Este flagelo de los famosos abrazando cualquier causa, sin importar si saben de qué mierda hablan, nos condena a ser un país tercermundista hasta que se acaben los tiempos.

Somos indiferentes ante el desafío de Martina Stoessel por convertirse en una estrella con un brillo exento de toda la parafernalia desquiciante de Disney. Los arreglos por izquierda con el régimen peroncho del baboso ingeniero Macri, el desconocimiento de los contratos firmados con la multinacional por parte de su padre y representante, la batalla entre su deseo de trascender a las fronteras de la enfermedad y el deseo de los infantes que la quieren ver siempre como ejemplo de castidad, son todos temas mucho más interesantes, pero que no merecen mayor desarrollo. Huelga decirlo, Tini ha vendido tickets en ciudades que la mayoría de nosotros jamás conoceremos, ha movilizado a cientos de miles de pequeñas hacia la estatua ecuestre de Avenida del Libertador y Sarmiento, ha publicado un libro que seguro será best-seller. Pero Tini jamás tendrá éxito en la empresa más difícil de todas: masividad y calidad, y ofrecerle al público adulto, que acompaña a las niñas, algo que no le produzca ganas de vomitar.

Imagino ya los epítetos que nos serán concedidos: “envidiosos del orto”, “no entienden nada”, “no los conoce nadie”, “se hacen los graciosos y no les sale”, “Tini hace lo que le gusta, tiene millones, y ustedes tienen un laburo de mierda donde les pagan dos pesos”, “es joven y hermosa y la gente la ama y a ustedes no los quiere nadie, forros”, “si no les gusta por qué hablan de ella?”. Y así, ad-infinitum. Aquellos que no comprenden que esta no es más que una descarnada opinión sobre la calidad de los hábitos de consumo de una sustancial proporción de la sociedad (los infantes), les recuerdo que esta es, efectivamente, una puta opinión sobre la calidad… etc. Sostenemos, desde un ámbito oscuro y deleznable (poco adulto, hay que reconocerlo), que todo el universo creado alrededor de esta piba, descrito en esta reseña de manera más bien libre, es una inmensa garcha. Imaginamos que a muchos padres, amorosos con seguridad, les resulta aún más repugnante que a nosotros. No nos importa.

DIOOOOOOS HAA MUEEERTEEOOO. E YO LE VEE MOREEEEEEER!!!

Violetta by JF.

Idea: Roberto Fantini, Carlos Guzmán y Cesar de la Luz
Autor: Cesar de la Luz. Dibujo: Juanita Frijoles
Dedicado a Pancho Bergoglio

Aclaración: nos vemos en la obligación de especificar que el texto que antecede a estas palabras carece de toda veracidad. No sea pelotudo y no nos acuse de difamar a nadie. LHDZ.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Peter Johnson

Fanático: (adj) dícese del que sostiene obstinadamente y con vehemencia
una opinión que no es la nuestra.
Ambrose Bierce [The Devil’s Dictionary]

Dejemos de ver Chiquititas, Casi Ángeles y todas esas pelotudeces.
‘Hay que soñar’. Maduren. La vida es una mierda.
Cesar de la Luz

Percy Jackson: Sea of Monsters – Review Movies

Año 2001: corralito, saqueos, cacerolas, protestas, helicópteros (‘chopas’ para los amigos), patacones, Bin Laden, Torres Gemelas, atentados, etc. Muchas veces las palabras claves (o keywords) que más se buscaron en Google - en determinado año – acaban por definirlo. Mucho antes de que existan los hashtags y los trending topics, la ‘viralidad’ de determinado tema se medía fundamentalmente por la cantidad de veces que se lo introducía en el famoso buscador. Pero no todas las búsquedas fueron a raíz de desastres financieros o autoatentados. Eran los inicios del Internet hogareño (al menos en esta parte del continente), los CDs de AOL que nunca andaban y todo lo que eso trajo consigo. Jóvenes con acceso a la red. El inicio de la ‘viralidad’ que hoy conocemos. Y así hay que agregar otras palabras a la lista de las más buscadas. Lo que suele pasarse por alto es que en el 2001 vieron la luz un par de adaptaciones cinematográficas que marcaron un antes y un después en llevar grandes sagas literarias del genero fantástico a la pantalla grande, apuntadas a un público juvenil (y no tanto). Sagas que en ese momento inundaron mil y un páginas, foros y rincones de la web (y lo siguen haciendo actualmente). Ejemplos? El Señor de los Anillos y Harry Potter, tan solo por nombrar dos de ellos.

Ya se ha hablado largo y tendido sobre dichas novelas y sus adaptaciones (no es la intención de este texto). Más allá de algún fanboy indignado porque X escena menor no está o es diferente, esas películas son, a fin de cuentas, una muestra de cómo debe hacerse el trabajo. Parece fácil, pero adaptar fielmente un libro de, por ejemplo, 500 páginas a dos horas y media de película no es sencillo. Se le puede poner ganas y plata para que quede lo mejor posible, pero siempre encontraremos algún fanático descontento con el resultado final (a veces con fundamentos validos, otras veces con simples caprichos nerds). A fin de cuentas, ninguna película es exactamente igual al libro y desde el vamos nada se compara con el placer de leer la historia tal cual fue escrita, pero si no tenemos ganas de hacerlo y queremos, por ejemplo, ver las siete películas de Harry Potter entenderemos la historia sin habernos perdido de un bloque gigante de trama.

El éxito comercial de estas franquicias fue tan solo el puntapié inicial para que se desarrollaran otras historias, novelas y sagas similares. Magos, vampiros, dragones y otras criaturas mitológicas llenaron librerías de todo el mundo, con mayor o menor éxito entre los amantes del género fantástico, y así crecieron también sus correspondientes adaptaciones cinematográficas, algunas realmente interesantes y otras que ni vale la pena nombrar.

Las películas de la saga Percy Jackson, que nos ocuparemos de analizar en esta reseña, son geniales para cerrarle el ano a todo aquel que dice “nah, no voy a leer los libros, total puedo ver la película y fue”. Bueno, si, pero estamos hablando de dos historias MUY diferentes. Escrita por Rick Riordan, mezcla mitología griega adaptada al siglo XXI con características propias de todo best-seller juvenil. La historia nos presenta a Percy Jackson, un pibe aparentemente normal de doce años que vive con su madre y no recuerda a su padre, quien supuestamente se fue a navegar pero nunca volvió. Quico… digo Percy… lleva una vida ordinaria; en la escuela es maltratado por sus compañeros y la mayoría de sus profesores, hasta que un suceso en una excursión al museo cambia su vida por completo. Con el correr de las horas, previo secuestro de su madre, de enterarse que Grover, su único y mejor amigo, es un sátiro, y de llegar a un campamento oculto donde se le dijo que estaría a salvo, se entera que los dioses griegos existen y que él mismo es hijo de Poseidón, dios del mar.

El día más psicodélico del pobre Percy solo está por volverse aún más confuso. Resulta ser que Poseidón y Zeus, hermanos según la mitología que todos conocemos, se encuentran enfrentados porque a este último le fue robado su ‘rayo’ (entiéndase como su arma más poderosa) y obviamente desconfía del dios del mar. Es así como Percy, su nueva amiga Annabeth Chase (hija de Atenea, diosa de la sabiduría) y Grover se embarcan en una misión para recuperar dicho ‘rayo’, terminar con la disputa entre los dioses (la cual trae repercusiones en el mundo real) y, de yapa, ver si puede rescatar a su madre.

A la larga sucedió lo de siempre: el autor vendió los derechos de los libros para que se filmaran las películas correspondientes, desligándose completamente de la misma y lavándose las manos ante una posible adaptación mediocre. Y “mediocre” es ser generoso, porque la primera película, Percy Jackson y El Ladrón Del Rayo, no tiene nada que envidiarle a Dragon Ball Evolution. En sí la historia es la misma que en el libro, pero la sucesión de hechos es totalmente diferente, los personajes son radicalmente distintos o directamente no existen (y hablamos incluso de aquellos que tienen una importancia significativa en el resto de la saga). Vale aclarar que esta primera adaptación fue dirigida por Chris Columbus, director de las dos primeras de Harry Potter. Este dato de color es fundamental para entender como funcionan estas cosas: en el caso de Potter, Rowling se mantuvo como asesora de la película verificando que se respetaran los aspectos fundamentales y ‘obligando’ al equipo de filmación a leer los libros, como mínimo. Esto obviamente no se repitió en este caso y así se ven los resultados. Desde detalles triviales como el color de pelo de Annabeth (en el libro es rubia pero se ve que el presupuesto no alcanzó ni para unos reflejos) hasta cosas mas graves como el orden de los eventos o las escenas, o directamente la eliminación de las mismas.

Pero la plata puede más, y así, con tres años de diferencia de su predecesora, vio la luz Percy Jackson y el Mar de Monstruos, adaptación del segundo libro de la saga, con dirección de Thor Freudenthal.

Resumo brevemente el argumento y pido disculpas a los que no entiendan nada o se coman un spoiler (en realidad no, VAYAN Y LEAN!). La película de Perseus Jackson arranca con un flashback que ‘nos da a entender’ el pasado de Annabeth Chase, sobre como llegó al campamento y sobre la muerte de un personaje que será vital en los libros siguientes. Acto seguido arranca la trama (si es que se la puede llamar así) y vemos a Percy en el campamento en una especie de reto/juego olímpico. Todo muy lindo, pero si leyeron el libro sabrán que pasan algunos capítulos antes de que llegue al campamento, y en ese transcurso de tiempo mantiene una pelea en su colegio secundado por su ‘amigo’ Tyson. Así da inicio una interminable lista de errores, datos importantes que se omiten, personajes que no están o escenas completas que desaparecieron o fueron tergiversadas en su totalidad, váyase a saber porqué (créanme que no hablo de caprichos de fanboy obsesivo, hablo de una tijera al mejor estilo Magic Kids). Peeeeero nos conformamos sabiendo que ‘todo tiempo pasado fue peor’ y la película anterior omitió mucho más. No le podemos pedir milagros a una película que arrastra los horrores previos como una bola de nieve. En esta al menos se las arreglaron para que la historia sea entendible y creemos que al menos el encargado de limpieza del estudio de filmación leyó el libro.

Algo curioso es que gran parte de los detalles ausentes en la primera parte fueron presentados como ‘obvios’ en la segunda. Un ejemplo de esto es el caso de Ares, dios de la guerra, que tiene un papel clave en la saga desde el primer volumen, pero se ve que nuevamente no podían darse el lujo de garparle a otro actor así que lo omitieron totalmente (aparece, de lejos, como un extra sobre el final). Interesante jugada, puesto que Ares tiene una hija (Clarisse) que también tiene participación desde el comienzo. Como no podía ser de otra manera la suprimieron, aunque desde el principio de la segunda película la vemos presentada como ‘la hija del dios de la guerra’ (el mismo que jamás existió). Creo que con eso ya quedó claro lo que intentaba decir. Agradecemos, eso sí, que entre tantos inventos de trama como si no existiese ningún libro previo, al menos respetaron los nombres de los personajes (y el color de pelo de Annabeth, que en esta ocasión es rubio pero claramente teñido… fanboy: mode ON). Realmente no se entiende. Si se van a gastar millones en filmar una película, ¿no es mucho más simple basarse en un libro en vez de inventar una historia de la nada que al final solo generará un déficit de argumento que se arrastrará a las siguientes películas de la saga?

En cuanto a la elección de los actores para la película podemos encontrar aciertos y desaciertos por igual. Muy interesante que en la primera el personaje de Quirón (un centauro encargado del campamento) fuese interpretado por Pierce Brosnan, que en la segunda parte es reemplazado por Anthony Head. Y se aplaude la elección de Stanley Tucci (más conocido como ‘el pelado forro de La Terminal’) para interpretar a Dionisio (aunque en la primera película el papel lo tuvo un tal Luke Camillero), quizás uno de los personajes mejor adaptados junto a Annabeth (interpretada por la hermosa Alexandra Daddario). A esta última, dado que su papel consiste en demostrar su inteligencia cada dos segundos (cualquier parecido con Hermione Granger es pura coincidencia) le otorgaron la difícil tarea de tapar todos los baches e incoherencias de la película con deducciones detectivescas, como si lo omitido hubiera sido obvio desde el primer momento.

En Argentina la primera película se estreno en Febrero de 2010 con mucha pena y poca gloria, aunque por suerte pasó bastante desapercibida dado que el volumen de fanáticos locales no era ni una décima parte de lo que se vio en épocas de Potter y compañía. Recién para esta segunda parte se invirtió en mayor publicidad, y así y todo no se logró una significativa diferencia y gran parte del público no había leído los libros.

Respecto a la versión en papel, acá se llegaron a editar los cinco tomos que componen el primer arco de la saga (Dioses del Olimpo), sumado al primer volumen del segundo arco (Héroes del Olimpo) que aún está siendo publicado y que ya cuenta con tres libros (el próximo será lanzado este año).

La pregunta final es, ¿las siguientes películas de la saga lograrán sacarnos el mal sabor que nos dejaron las ya estrenadas? Si bien como hijo de Zenki, las visiones no escasean, lamentablemente tendremos que esperar para saber la respuesta. Lo que si quedó claro es que si no se deja de lado el vil metal y se intenta brindar un buen resultado a la altura de la versión literaria, podemos esperarnos algo muy similar a lo ya visto. El tiempo dirá si nos equivocamos. Eso si… orden de restricción para Chris Columbus, mínimo 300 metros del guión. Urgente.

Percy Jackson y El Ladrón del Rayo (película)
Calificación: – 0.001 zenkos
Percy Jackson y El Mar de Monstruos (película)
Calificación: 0.99 zenkos

Written by Roberto Fantini. Posted by Cesar de la Luz
Dedicated to Cesar de la Luz, Marcos Esparcense and Alexandra Daddario


jueves, 15 de noviembre de 2012

El ciego que no quiere oír (pero no quiere dejar de hablar)

Pude comprobar que Haller era un genio del sufrimiento, que él, en el sentido de 
muchos aforismos de Nietzsche, se había forjado dentro de sí una capacidad de sufrimiento
 ilimitada, genial, terrible. Al mismo tiempo comprendí que la base de su pesimismo no era desprecio del mundo, 
sino desprecio de sí mismo, pues si bien hablaba de instituciones y personas sin miramientos 
y con un sentido demoledor, nunca se excluía a sí, siempre era el primero contra quien dirigía 
sus flechas, él mismo el primero a quien odiaba y negaba [...] Por lo que se refería a los demás, 
a cuantos lo rodeaban, no dejaba de hacer constantemente los intentos más heroicos 
y serios para quererlos, para hacerles justicia, para no causarles daño,  pues el 'ama a tu prójimo' 
lo tenía tan hondamente inculcado como el odio a sí mismo.
Hermann Hesse [Der Steppenwolf]

8N - Offtopic

Huelga decirlo, querido lector; los días de paz y armonía en este fulgurante imperio de ilusiones apunto estuvieron de llegar a su siniestro final. Puedo, mientras se apagan las últimas llamas destituyentes que amenazaban el mundo, comprender el dolor experimentado por las inocentes víctimas de la burda beligerancia del pasado, y compartir la pena de las madres de pañuelos blancos. La trágica noche del 8 de noviembre, simiescos personajes - librados a sus más fieros instintos consumistas, ávidos de una libertad pútrida y sin sentido - comenzaron a golpetear los barrotes de sus jaulas con los cucharones del sistema capital. Estimulados por el infame síndrome de los clarines, abandonaron sus prisiones de opulencia, apuntando las manos peludas y su odio perpetuo hacia la ilustre y hermosa emperatriz que ha brindado cuerpo y alma por su resplandeciente feudo. Sin una razón de sustancia, los primates derribaron los inmensos portones de los cuarteles, en busca del néctar de la especulación: las bananas verdes. La innegable prosperidad y felicidad del pueblo corría peligro, instalado el miedo por parte de los medios. Y era aquella violenta horda de gorilas bien vestidos (pero muy peludos) el instrumento de esos medios. Gracias a Él, aparecieron ellos: los fieles soldados de la esperanza y la reconciliación nacional, los abanderados de los humildes. Apareció la maravillosa juventud -  defensora de los buenos valores de la familia moderna, unida y organizada en torno al recuerdo del hombre más insoportablemente vivo que emocionó como nadie a las masas -; una juventud presta a recitar el mantra del amor que la bondadosa emperatriz enseñó con su habitual dulzura: "NÉSTOR".

La caricaturesca imagen del párrafo anterior - algo así como una versión ligeramente bastarda del 'Planeta de los Simios' - ha sido, a grandes rasgos, la interpretación que desde los estratos más altos del poder político se le ha dado a los acontecimientos del jueves anterior; clara muestra de su falta de respeto por la opinión contraria, sobre todo cuando esa disidencia proviene de la otrora bendita clase media. [NÉSTOR]. Apelando a su habitual lingüística confrontativa y omnisciente, soberbia y vulgar por demás, cada día más cínica, pretendieron minimizar la voluminosa y contundente marcha del 8N; cómo si ningunearla pudiese hacerla desaparecer, como si negarla pudiese convertir la ominosa realidad en una versión ciertamente pelotuda de la novela distópica de Pierre Boulle. No sorprende. Ni un poco.

Es obvio; para los cristinistas más retrógrados se trato de una marcha muy parecida a la de mi introducción. Una marcha de odio cuya magnitud parecía no importar (pero se tomaron el trabajo de difundir una cifra absurda: 70.000 personas en el Obelisco, según la Policía Federal Argentina). Una marcha donde se bramaba únicamente por el cepo al dólar, por la vuelta de los seniles dictadores, por la supresión de todo impuesto, por una drástica reducción del gasto público, y por el ingreso al ALCA. Donde reinaban el individualismo, la violencia, el antisemitismo y la misoginia. Donde cada protestante había adaptado su discurso al discurso de una malvada corporación mediática tan poderosa como para lavarles el cerebro. Donde se pedía la cabeza de nuestra soberana. Dichas concepciones, que discurren por el camino de la imbecilidad total, lejos están de ser viles mentiras de este piquetero de la abundancia: pues salieron de la boca de funcionarios top del gobierno, de los pendeviejos de una trémula organización cuasi-setentista y revanchista (La Cámpora), y del puño de pseudo-periodistas y (anti)intelectuales afines. Delicia pornográfica en medios gráficos, radiales y televisivos. De lo 'nacional y popular' al ridículo, sin escalas. [NÉSTOR]. Semejante vituperio es un crimen contra-natura a la razón de una porción de la sociedad que no se devora las mentiras del relato.

Al final de cuentas, la realidad no es la que el oficialismo desea con fervor menemista. Poco más de un millar de ciudadanos dieron rienda suelta a su descontento por las políticas de la emperatriz CFK (y por las paupérrimas respuestas de los partidos de oposición a esos desvaríos), sin ánimo destituyente, ni resabios de odio e intolerancia (como intentó reflejar el prostibulario aparato periodístico K). [NÉSTOR]. Los centros geográficos de las principales ciudades del país se tiñeron de un ensordecedor celeste y blanco, en una verdadera fiesta de la democracia, mucho más racional y menos emocional que la manifestación del 13S, tan comentada por propios y extraños. La relativa espontaneidad (criticada) de aquella (convocada por redes sociales, mayormente) fue remplazada por una ambiciosa planificación (también criticada), terriblemente amplificada por los medios que no comulgan ni se arrodillan ante el gobierno. Había consignas suficientemente claras como 'basta de mentiras', 'basta de corrupción'; estaban también los desesperados pedidos para que se controlen la inflación y la inseguridad, desbocadas por la impericia y la malicia oficialista. [NÉSTOR]. Más complejo pero igualmente válido, el manifiesto sobre la libertad de expresión, las presiones al Poder Judicial, y el respeto a la Constitución Nacional (negativa a la 're-re' incluida). Y no faltaron, por supuesto, cartelitos acerca de temas un tanto delicados, como el 82% móvil para los jubilados y el totémico cepo al dólar. [NÉSTOR]. Cada uno podrá evaluar cuáles reclamos son genuinamente del pueblo (que abarcan incluso a los que no fueron ni están de acuerdo con la manifestación) y cuáles tienen un componente más individual. Como fuere, lo que resulta aberrante e insultante para el funcionamiento correcto de una república, es que se les pida a los protestantes la solución a ese petitorio. Sería como exigirle a un paciente la cura para su enfermedad. Obviando la irresponsable falta de diagnóstico de los políticos 'de turno', es desde la ciudadanía que parten las demandas, y la respuesta debe llegar indefectiblemente de las autoridades. Si la gente dice 'dejen de chorear', qué tipo de propuesta se puede hacer? 'Dejá de chorear, Amado querido, te lo pedimos por favor'? ‘Córtenle las manos a ese hijo de puta de Boudou’? NO! Boludeces no, muchachos. Allí, donde la construcción cívica y política generarían un colapso de estupidez, solo hay espacio para destruir: nada de críticas constructivas. Por desgracia, pecan de inocentes los caceroleros/botelleros: el gobierno no se cansa de alardear sobre su fabulosa habilidad; que consiste en no ver lo que existe e inferir lo que no saben. Por caso: en su discurso del 9N, Kristina tuvo la delicadeza de forrear a los indignados, resaltando (con perversa ironía) la importancia del XVIII Congreso del Partido Comunista chino, desconociendo la marcha y alabando a un país no demasiado democrático, pionero en 'lavado de cerebro' como diría Edward Hunter. Ciega, sorda y algo estúpida (sin ofender). [NÉSTOR]

Claro, sería injusto de mi parte detenerme en el dislate discursivo, en las insólitas chicanas de la 'maestra ciruela' Cynthia García (panelista habitual del bufonesco programa ‘678’), y en la fálica interpretación política y antropológica que los sabiondos del kirchnerismo promulgan. Desde este humilde blog podemos hacerles el juego (nos encanta hacerlo) pero un ratito nomás. No puede el leitmotiv de la protesta estar en segundo plano. Aunque heterogénea minoría todavía, buena parte de los argentinos renunció al apático letargo post-electoral ('voto y me chupa un huevo lo que pasa estos cuatro años') y le pidió al gobierno dialogar con los circenses bloques de la oposición para convenir políticas públicas que eviten la implosión del modelo, sobre todo el económico, que bailotea al borde del abismo. [NÉSTOR]. Hasta ahora, el oficialismo ha 'escuchado' (es el argumento), pero solo a quienes están de su lado (o sea, quienes se callan la boca con tal de tener una porción de la torta): empresarios afines, intendentes lame-culos, CGT Y CTA oficialista, etc. [NÉSTOR]. Justamente (y acá viene la parte aburrida) quiero hacer mención a la cuestión económica. Lejos está la Argentina del caos de 2001 y la cuasi economía de guerra posterior. Pero resulta inverosímil comparar una y otra vez todos los escenarios con aquel desbarajuste histórico. Los índices (bastante desinflados) de pobreza y desocupación han caído, pero la calidad del empleo no parece haberse movido, mientras que los pobres que quedan (que son muchísimos, sobre todo en el interior de las provincias) son cada día más pobres y están excluidos del mapa político: no son importantes (sonrisas). A pesar de un discurso superador sobre la movilidad social, ésta no existe. [NÉSTOR]. Mucho menos la tan mentada distribución de la riqueza. [NÉSTOR]. Los ricos [NÉSTOR] siguen llenándose los bolsillos: no gracias al establishment de antaño, sino gracias a un gobierno al que le gusta hablar mucho pero no hacer un carajo. Sin eufemismos, ‘roban a cuatro manos’... Tal vez sean las anteriores, cuestiones subjetivas. Muy bien, vamos a los hechos. Al día de hoy, con un evidente estancamiento (no se crece a 'tasas chinas'), con un endeudamiento disparatado, y una inflación descontrolada, los que ‘pagan el pato’ son los que menos tienen. El sinceramiento no se está llevando a cabo, manteniendo subsidios innecesarios (por ejemplo, la energía de tipos que viven en Palermo, Recoleta, que bien podrían pagar más por esos servicios), haciendo acopio de dólares (los que no se fugan por canales paralelos, claro está) para pagar intereses de deuda, sin financiamiento externo por el irresponsable manejo del gobierno en la materia, y con una presión y un control excesivos sobre los movimientos de los ciudadanos por parte de los perros de la AFIP (de ahí el cepo al billete verdolaga). Las industrias apenas pueden subsistir sin tomar crédito, disminuyendo su actividad (el bloqueo de importaciones de bienes de capital embarra la cancha). [NÉSTOR]. Los esbirros soja-dependientes (tan estigmatizada en 2008) hacen cadena de oración para que el clima sea benigno, y los precios internacionales de las commodities se mantengan altos. La industrialización es una falacia, por más que algún ministro de papel quiera hacer alarde de lo contrario. [NÉSTOR]. Se despilfarran los recursos del ANSES y se asaltan las reservas del Banco Central para financiar gestas inútiles - como el 'Fútbol/Automovilismo/Bochas para Todos' y la estatización de Aeroniñas Argentinas e YPF, manejadas por pendeviejos que no saben ni sumar ni restar -, dejando en situación de desamparo a los jubilados que cobran miseria, y a los laburantes a quienes el fisco (y la gordura de nene Máximo) les roba hasta las ganas de vivir (más sonrisas). Y así puedo seguir, mas no es el fundamento de esta reseña. Aquella conceptualización tan aburrida, si bien muy dispersa y general, contribuye a derribar una parte importante del relato, que va de anuncio en anuncio, de mentira en mentira. [NÉSTOR]. Queda, entonces, una pregunta: sabiendo que la pervertida mano invisible del mercado soluciona todos los males del mundo, con qué objeto se mete el Estado constantemente en las políticas económicas? El amateurismo de estos verduleros es alarmante, aunque su viveza sea prodigiosa (interviniendo se afanan todo a costa nuestra, cagándose de risa ante la vista gorda de la Justicia). Aquí el dialogo de nada puede servir. Del otro lado hay una banda de delincuentes. Así que habrá que destruir lo que se pueda, desde donde se pueda; cosa que no implica derrocar al gobierno constitucional, elegido el año pasado, sino limitarlo a la mínima expresión en las Legislativas del próximo año. Habrá que evitar que logren los dos tercios necesarios en ambas cámaras del Congreso para una posible reforma de la CN, dilapidando por completo el sueño de 'Kristina eterna', obligándola a gobernar para todos y todas. [NÉSTOR]. Así, no solo los manifestantes de la marcha de la semana pasada quedarán huérfanos de representación (con una oposición patética), sino también quedará acéfala la facción que se ufana hasta la pelotudez 'si mañana fuesen las elecciones, Kristina arrasa', sin que les entre en su pequeña cabecita de colegiala enamorada, que CFK no se puede presentar!! En la constante búsqueda de poder, anteponiendo sus intereses a los del (verdadero) pueblo, cualquiera puede darse cuenta que este gobierno, de 'nacional y popular' no tiene un 'cazzo'.

El 8N podría haberse evitado. No, "cediendo el gobierno a las presiones de la derecha procesista ultra-conservadora" (como diría un intento de periodista y proyecto de persona en el panfletario Tiempo Argentino), sino usando la cabeza. Y la clase media no la uso cuando votó en 2011; ya lo he dicho en su momento. Se permitió compadecerse de una mujer que no hizo lo mismo con las 51 familias que perdieron a sus seres queridos en la tragedia de Once, víctimas indelebles de la demencial corrupción que empapa a Jaime, De Vido, los hermanos Cirigliano y Schiavi, entre otros. Se compadeció de una mujer que se burla de los que padecen hechos de inseguridad cuando habla de 'sensación'. La clase media se compadeció de una mujer a la que no le importa que gasten una fortuna en el supermercado pues interpreta como 'inflación' al escandaloso crecimiento patrimonial de la panza de su hijo Máximo. Correspondía limitar el poder para un posible segundo mandato. [NÉSTOR]. Mas la falta de alternativas en la oposición acabó estupidizando (hace un año) a quienes marcharon (hace una semana) por 'más y mejor democracia', gratuitamente agredidos por funcionarios prejuiciosos que ven en el disenso y en el libre albedrío, un golpe de estado permanente. No pueden ellos, desde el hemisferio gubernamental, entender todavía el porqué de la victoria de Kristina en las últimas elecciones; sería infantil pedirles que comprendan los reclamos (sensatos) de un cacerolazo tan masivo. Sin embargo, no fue la clase media la única que no uso la cabeza: el gobierno tampoco lo hizo. Con un importante colchón crediticio, no se dignó a modificar lo que (sabía) no estaba bien para potenciar los aspectos positivos, y se dedicó a cometer un error tras otro, en pos de profundizar la mentira y la división de los argentinos, en pos de hacer más y más grande la fábula del 'gobierno más importante de la historia del país', enfrascado en una feroz batalla contra los agentes del caos: el Grupo Clarín, la Sociedad Rural, y un largo etcétera que me tiene totalmente sin cuidado. "La mentira no tiene patas".

Congregados en torno al monumento emblema de la sociedad de los simios (un ciclópeo falo de color blanco), gorilas, orangutanes y chimpancés vociferaban por sus bananas verdes, ambrosía de opulencia y miseria del pueblo inocente. A su paso, una estela de pelos quedaba, mientras el fuego de la avaricia consumía las obras que Él había erigido; obras del Santo más amado por los pobres. Recuerdo con emoción el peregrinaje y las lágrimas de los descamisados, tras el paso a la inmortalidad de su héroe. Pero el amor siempre vence al odio, y fue la juventud maravillosa la que protegió - en el nombre del Santo - a la brillante emperatriz y derrocó a los que oprimían a las masas desde las sombras de lo ominoso. Vacuos serían los esfuerzos del abominable líder de los primates: el célebre Doctor Magnetto, miembro de una corrosiva aristocracia militar. Es así que el hermoso sueño de Él continúa traqueteando con firmeza, mientras las entelequias simiescas ven como sus privilegios se descuajan al calor del generoso corazón del ídolo que tanto extrañan los que menos tienen. Ya no podrán vestir esos libidinosos harapos, ni tomar el te de las cinco en jaulas de oro. Porque los pobres también tienen derechos, los que aquel profeta que vino del sur defendió hasta su último día. Es tan difícil de tolerar que los de abajo suban para esos repugnantes monos... Quieren todas las bananas para ellos. Pero ni siquiera la violencia les permitirá adueñarse de la verdad.

De nada servirá que la presidente de los cuarenta millones de argentinos (o del 54% de ellos), soberana de este imperio de ilusiones - enceguecida por un poder que no podrá ostentar por siempre - recite hasta la locura el mantra del amor, legado del 'hombre que cambió la forma de hacer política'. El superfluo relato cristinista no tendrá jamás ninguna relación con la extravagante versión de 'La planète des singes' del párrafo anterior. Sin embargo, para fortuna de Kristina y de su corte de obscenos obsecuentes (y para desgracia de quienes vemos el espíritu autodestructivo de la gestión), gruesa parte de la sociedad dejó caer la venda de sus ojos demasiado tarde, tras otorgarle una masa inhóspita de votos, un cheque en blanco imposible de no cobrar. Sus alaridos pueden resultar fútiles para un gobierno que no tuvo, ni tiene, ni tendrá nunca intención de oír reclamos, hasta tanto esos pedidos se ajusten a su enfermiza idea: la de un país donde hay un ellos y un nosotros; donde supuestamente ellos representan la bondad, la justicia, la equidad, el amor; y nosotros representamos el egoísmo, el libertinaje, la envidia, el odio, y es Clarín quien nos representa en primera y en última instancia. Si la medicina política no halla una cura para la ceguera y la sordera, nuestra ilustre y hermosa emperatriz no tendrá más alternativa que dejar de hablar.

NOEELIA NOEELIA NOEELIA NOEEELIA NOEEEEEEEEEELIAAAAA! (8)

Written and Posted by Cesar de la Luz
Dedicated to Noelia Marchesi